Un día más
Son las 6 y 30 de la mañana, y mi
relación con Morfeo termina al escuchar la peor canción del mundo, la de la
alarma del celular. Sin ánimos de levantarme, pero resignado logro hacerlo, y
pienso que al menos una "carcajada" en el día alguien me sacará, como
recompensa a las pocas ganas que tengo de
ir a esa clase.
Me levanto y mi cerebro empieza a funcionar correctamente, me dirijo al baño de donde salgo media hora después de haber peleado con el espejo y de haber soportado el frío del agua. Empiezo a vestirme y mí meta es poder hacerlo lo más rápido posible, pero no lo logro, porque me distraigo muy fácilmente, ya sea programando música desde el mp4 o mirándome en el espejo, pero las canciones me sirven para ir vistiéndome al ritmo de estas, terminada la odisea en el cuarto, me dirijo a desayunar, lo cual hago en menos de cinco minutos, finalmente, me doy mis últimos retoques para poder salir y elegir una ruta de bus, la que se acomode más a mí estado de ánimo de esa mañana.
Llego a la parada del bus y mientras espero que pase la ruta que colme mis expectativas observo a la gente que logra empalagarme con su belleza, han pasado más de tres buses que me servían pero, no importa aún sobra tiempo, al fin pasa el que no lleva más de cinco pasajeros, a este le hago la parada y subo; quiero observar con detenimiento todos los detalles de ese pequeño recorrido de diez minutos.
Estando en el bus empiezo a pensar que por qué no hice con más tiempo lo que debía hacer para que me quedara como yo quería, veo gente en los otros puestos del bus, a quienes logro escuchar de lo que están hablando y -pienso - ¿ no les dará vergüenza?, al lado derecho un joven con aspecto de zombie, observa su celular y sonríe, el bus no va lleno como los anteriores que dejé pasar por capricho, no logro ver a los demás pasajeros que van en el bus, de todos modos no quiero verlos, si lo quisiera voltearía la cabeza para saber quiénes son pero no me interesa hacerlo.
Se puede ver y pensar demasiado en tanto poco tiempo, el bus pasa por diferentes sitios, veo gente en las calles que quisiera volver a ver después, otra que no hubiera deseado ver. El bus pasa por el hospital, por una universidad, lugares distintos para intereses diferentes, pero hay algo común en estos, las personas sienten preocupación en cada uno de estos, veo sitios de comida, algunos me producen náuseas soportables. En las afueras del batallón veo a los militares barriendo las calles y pienso qué triste la vida de esa gente engañada, entonces dos pensamientos convergen, el de ellos que están convencidos de lo que hacen, porque quizá no tiene otra opción de trabajo o están allí porque los cogieron en una batida, y está mí pensamiento que procura desmontar el de ellos; pienso que ya falta poco tiempo para llegar a la UIS, el bus se acerca al estadio y logro ver la gente que madruga a hacer deporte, mujeres y hombres, quizá todos con un objetivo en común verse bien y mejorar su salud.
Mí recorrido ha terminado, y me levanto para timbrar, el bus para y me bajo, aquí comienza una carrera de obstáculos, cuando empiezo a esquivar estudiantes que no caminan rápido y detienen el paso de los que van tarde por dejar pasar rutas de buses. Finalmente, llego a la UIS y entro con el protocolo de identificación requerido, como miembro de la institución.
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