lunes, 16 de abril de 2012

Entrevista a una escritora.





Nombre: Paola Esteban Castrillón.
Profesión: Periodista Vanguardia Liberal.


Premios -Primer lugar en prensa, géneros narrativos en el XI Concurso Departamental de Periodismo ‘Luis Enrique Figueroa Rey’, 2007, con la crónica ‘Aquí estamos pintaos’.
-Premio de Periodismo CPB 2008 en la categoría de Prensa con el artículo “Diario de una bulímica”.
-Guión de Violeta. Cortometraje Animado. Centro de Derechos Humanos y Litigio Internacional, Cedhul, 2009. http://www.youtube.com/watch?v=IdJ_WsQQni8


Diario Vanguardia Liberal / Bucaramanga
Noviembre 2005 hasta la fecha

- Periodista separata de crónica y reportaje “Séptimo Día”

Centro de Derechos Humanos y Litigio Internacional
Agosto 2009- Febrero 2009
- Proyecto sobre derecho a la memoria y derechos de las mujeres en el conflicto armado.

Fundación Mujer y Futuro / Bucaramanga
Octubre de 2005 – Noviembre 2005
Comunicadora Social, estrategia de medios.

Teleuis / Bucaramanga
Julio de 2004 hasta marzo de 2005

- Periodista del programa Tendencias


Programa Cultural La Zafrera / Bucaramanga
Julio de 2003 – julio 2004. 110 programas emitidos.

- Coordinadora y periodista del programa La Zafrera (Música del Mundo).



Antología de la Novísima Narrativa Breve Hispanoamericana 2006
Compilación de Unión Latina. Prólogo de Ángel Gustavo Infante.
Fundación editorial El Pez y la Rana. Ediciones del Ministerio de Cultura de Venezuela, 2006

I Concurso de Cuento Unab
Compilación. Editorial Unab. 1999.


La balada de los Enterradores

- Reseña Literaria. Separata Cultural. 27de Agosto de 2007.



Entrevista:

1. Por qué escogió ser periodista?

Me gusta escribir y ser periodista de prensa-como siempre fue mi propósito- me lo permitía. Resultó ser lo que yo esperaba, escribo todos los días. 

2. A partir de su experiencia como columnista y comunicadora social ¿cómo define la escritura?

Escribir es una forma de abstracción de la ideas y la escritura puede convertirse en arte, en la extensión de un pensamiento, un ejercicio mental o un trabajo a sueldo. Para mí son todas esas cosas. Cuando escribo ficción, o una crónica, también es una forma de libertad del pensamiento y las emociones. 

3. La escritura debe siempre tener un propósito, ya sea social, político etcétera, como si esta sirviera siempre a favor de algo? 

Se puede ver desde esa perspectiva: la escritura puede servir para todas estas cosas, pero podría solo tener el propósito de servirse a sí misma, de crear con palabras un universo que no tenga más intención que las ideas en sí. Sin embargo, es verdad que cuando se escribe hay un tema y una idea y el objetivo es darla a conocer, luego, al leerse, adquiere el carácter social o político, o el que sea. 

4. La tendencia de los escritores del siglo pasado estuvo enmarcada dentro de lo social más específicamente en la denuncia, esta tendencia persiste en el siglo XXI?

Creo que el siglo pasado tuvo varias tendencias. En este siglo, que apenas empieza y por tanto ya es muy difícil de definir, esos intereses diversos se mantienen. La denuncia es uno de ellos. 

5. Dentro de un medio como Vanguardia Liberal de claras ideas y pensamientos de derecha, sí es posible la objetividad o mejor dicho existe la objetividad dentro de profusión?

Puede existir, aunque la objetividad total resulta un poco abstracta, sí puede ser un ideal en cierto tipo de reportajes. Uniendo un poco esta pregunta con la anterior, creo que el siglo pasado nos trajo eso: una diversidad tanto de ideales como de objetivos y de enfoques. He escrito artículos muy imparciales, veraces y objetivos, pero también he visto mi trabajo sometido a censura por diversos motivos.

6. por último yo si quisiera preguntarte por tu proceso como escritora, cómo fue y qué dificultades hubo?

Bueno, mi proceso ha enfrentado más que que cualquier otro problema baches de tiempo es decir... la atención se me ha dispersado en sacar otros proyectos adelante y solo hasta ahora estoy siendo juiciosa con eso sin embargo, y ya técnicamente, la dificultad más grande es mantener el ritmo y emocionalmente, el interés por el tema que estoy escribiendo.

Por

Marly Rocío Gómez Gómez
Éder Johán Solano Guevara
Sergio Armando Pinzón Flórez
Naira Milescy Esteban Tarazona





"Imitando" a Irving Penn.



sábado, 14 de abril de 2012


Tacones y sueños

Transitar la calle 33 de Bucaramanga, es  habitar la otra cara de la ciudad. Todo puede parecer normal para la gente que está acostumbrada a divisar lo que ocurre  al esconderse el sol, pero el ojo inexperto y el que no está en armonía con lo que sucede allí, puede alarmarse al ver los “espectáculos” que suceden en este sector. Este es un sitio habitado por gran cantidad de personajes con cuerpos femeninos, pero tras de esos cuerpos  se esconden grandes historias y secretos que no son revelados al ojo desinteresado, detrás de medias veladas que cubren largas piernas y pequeñas faldas que distraen la atención de cualquier hombre que pasa por esos lados, habita un gen masculino  al  que todos los días deben desaparecer por medio de maquinas de afeitar que depilan sus piernas y afeitan sus barbas para luego cubrirlas con maquillaje exótico. Estas reinas  como ellas mismas se hacen llamar, son travestis, personas nacidas con el sexo masculino pero su apariencia de género lo identifican con el de una mujer, y toman la valiente decisión de expresarse  como realmente su cuerpo se lo pide. Sin embargo, detrás de una belleza bizarra se oculta una gran tristeza que deben ocultar con una sonrisa, para tratar de persuadir a quienes posiblemente pueden ser sus clientes. Para ellas no es nada fácil, mostrar lo que realmente son, porque deben enfrentarse  a la  discriminación de una sociedad prejuiciosa y moralista.

A las siete de la noche  las calles de esta localidad se ven iluminadas por los faroles y el rayo plata de la luna. Los pitos de los autos resuenan intensamente, poco a poco  se va viendo más concurrencia de mujeres paseándose de arriba a abajo, con un toque de sensualidad con el que ellas se sienten seguras. "Cada una anda en lo suyo". Sobre la calle 33, justo al lado de ‘Bella’ y el puesto de minutos a celular de la cuadra, se encuentra la casa de Cristal, un  travesti “vieja guardia”, de aproximadamente 1.60 centímetros con algunos kilos de más. Por causa de su edad y de su precaria salud ya no le es posible desempeñar la prostitución. El tiempo ha marchitado su piel y ya no es atractiva  para los clientes, pero hace la labor de administradora de la  profesión  de tres travestis: Gloria, Natasha y Luna. Todas viven juntas, reparten su humilde hogar en dos pequeños espacios. Se puede decir que Cristal es la madre de las tres jóvenes que no pasan los 23 años. Practican una convivencia casi familiar, en esta casa no existe ningún vínculo de sangre, pero se ofrecen lealtad  y  cariño  a pesar de todas las adversidades a las que deben enfrentarse.

En las noches no se les reconoce a simple vista como travestis, en el día sí y en la mayoría de los casos son vistas como extraterrestres o cualquier ser diferente a una persona. No las identifican como mujeres, sino como aberradas y enfermas que no siguen un canon establecido. Es normal que Cristal salga a la tienda más cercana a comprar lo del desayuno, que Gloria se pare en la puerta  a mirar a los transeúntes, con el estilo de diva que la identifica, y que Natasha, se quede en su hogar escogiendo el vestido que lucirá esta noche, porque preparando todo temprano, se ahorrará tiempo, para cuando sea la hora de salir.

 Estar todas reunidas les da fortaleza para luchar contra la hipocresía y la doble moral de la sociedad que en el día las observa con desprecio y asco, pero en las noches desearían tenerlas en sus carros o en la cama de la residencia más cercana.

Siendo ellas, ya no deberán utilizar su nombre con el que fueron bautizadas,a Cristal le cuesta trabajo recordar cómo era su nombre masculino, Gloria puede olvidar que alguna vez era llamada Jorge y que a los 16 años abandonó su hogar para habitar en las calles y volverse  un travesti. Natasha estando allí  ya no sentirá la incomodidad de que su madre biológica la llame Fernando  y Luna le rinde un homenaje a quien las ilumina todas las noches, olvidando al Milton de su cédula en algún rincón.

Las cuatro habitan este hogar desde hace aproximadamente tres años, a partir del día en el que Gloria cumplió 20 años y se le complicó  su  vida en la casa paterna, el lugar que la vio nacer y crecer, porque a ellos no les gustaba que se vistiera como mujer. Teniendo como intermediarios a unos amigos, logró encontrar morada  en la casa de Cristal.  En ese momento Natasha tenía tan solo 19 años, y ya había habitado tres años en la calle. La que ha vivido más tiempo con la madre travesti  es Luna. A sus 23 años procura no hablar de su pasado, solo Cristal lo conoce. Gloria y Natasha  aseguran que lo único que saben es que Luna llegó a  esa calle hace cinco años y que en esa época ya era una mujer completa.

En esta casa  todas se levantan después de mediodía, aproximadamente a las dos de la tarde, porque ameritan un buen descanso al haber trabajado toda la noche. En la habitación de atrás duermen la dueña del hogar y Luna, en el delantero, que apunta a la puerta de entrada a la casa y hace de sala durante el día, se acomodan Gloria  y Natasha. Se visten con cualquier cosa con la que pueden pasar la tarde y estar algo decentes para salir a la tienda. Mientras tanto están charlando, ya sea de sexo o moda. Las paredes de la casa están adornadas por viejos afiches, en un lado está  Marilyn Monroe, en el otro dos modelos recortadas de algunas revistas y  una foto de un actor porno  con su pene erecto, personajes que para ellas significan mucho, porque algún día quisieran convertirse  en esas mujeres   y tener en sus camas a un hombre como el que adorna las paredes de su hogar.

Anochece, y estas jóvenes  van adquiriendo su transformación. Afuera, hay ruido, la ranchera resuena en una  de las tiendas del alrededor y el ambiente se torna pesado, y estas humildes trabajadoras  se convierten en hermosas damas  que hacen alarde de sus vestidos y de sus tacones. Gloria, Natasha y Luna empiezan a evolucionar físicamente. Cristal, despreocupada por arreglarse, sabiendo que no tendrá ningún cliente esta noche,  supervisa cada detalle del cambio de las chicas. Gloria, la más alta de las cuatro, peina su cabello negro, se pinta los labios con un labial rojo y con cierta dificultad introduce su cuerpo en un vestido blanco y rellena, su brassier con papel higiénico. Uno de los mayores deseos de ella es ahorrar para operarse  los senos. En el baño está Luna, maquillándose como ella solo lo sabe hacer, finaliza su sesión de maquillaje y opta por usar esta noche un brassier adornado por lentejuelas verdes, termina coqueteándose  ella misma en el espejo. La última en vestirse es Natasha, que usa  un vestido que según ella le traerá suerte. Es un traje  rojo, muy ajustado al cuerpo, con cuello alto y mangas largas. Sin nada más, pero a la vez, siendo atrevida con un fin único, atraer clientela. El complemento de la pinta son botas negras de material sintético con un tacón muy alto. Ella peina su cabello rubio maltratado y hace una cola de caballo, se da los últimos toques de rubor en el rostro y está lista para comenzar su noche.

Las tres mujeres salen a encontrar lo que la vida no les  ha ofrecido trabajando como prostitutas, igual que todas las noches. Algo que  nunca se les pasó por la cabeza en sus existencias, pero esto es lo que les tocó hacer porque esta sociedad ciega por los prejuicios no les ofreció otras oportunidades de trabajo. Cristal  las observa desde su casa, percatándose de que todo esté bien y que nada les pase, y que estén  "juiciosas trabajando", porque al finalizar la rutina ella se llevará una parte de lo que las jóvenes ganen, ese es el sustento diario de ella y de  las demás. Gloria y Luna se  paran  frente a su vivienda, cerca a una tienda, con las manos en sus cabellos tratando de arreglarlos, porque el aire los ha estropeado, observando a cada hombre queriendo invitarlos a los placeres del cuerpo. Natasha, opta por convertir el andén en una pasarela, caminando de arriba abajo, imitando los pasos de una modelo profesional, lo cual  hace con mucha gracia. Una vuelta, dos vueltas, repitiendo esto cuántas veces pueda, para agradar a su “público”. Todo sea, por atraer clientes, asegura.

La noche transcurre y se termina, entonces el ciclo nuevamente empieza. Pasarán los días y estas damas  seguirán en aquel espacio de inclusión que lograron ganarse. Vivirán allí, seguirán con sus sueños. Cristal envejecerá más, pero seguirá siendo la madre protectora de sus “niñas”. Algún día Gloria tendrá dinero para ponerse los senos que tanto desea y entonces con  orgullo podrá exhibirlos  en la puerta de su casa y en los andenes que son las pasarelas de cada una de ellas. Luna conservará su naturalidad  y Natasha seguirá llamando la atención de los transeúntes con cierta sensualidad ambigua que muy pocos travestis suelen tener, moviendo las caderas y dando pasos largos en los andenes, hermanándose con la noche y esta siendo testigo de cada paso que ellas dan.

Un día más

Son las 6 y 30 de la mañana, y mi relación con Morfeo termina al escuchar la peor canción del mundo, la de la alarma del celular. Sin ánimos de levantarme, pero resignado logro hacerlo, y pienso que al menos una "carcajada" en el día alguien me sacará, como recompensa a las pocas ganas que tengo de  ir a esa clase.

Me levanto y mi cerebro empieza a funcionar correctamente, me dirijo al baño de donde salgo media hora después de haber peleado con el espejo y de haber soportado el frío del agua. Empiezo a vestirme y mí meta es poder hacerlo lo más rápido posible, pero no lo  logro, porque me distraigo muy fácilmente, ya sea programando música desde el mp4 o mirándome en el espejo, pero las canciones me sirven para ir vistiéndome al ritmo de estas, terminada la odisea en el cuarto, me dirijo a desayunar, lo cual hago en menos de cinco minutos, finalmente, me doy mis últimos retoques para poder salir y elegir una ruta de bus, la que se acomode más a mí estado de ánimo de esa mañana.

Llego a la parada  del bus y mientras espero que pase la ruta que colme mis expectativas observo a la gente que logra empalagarme con su belleza, han pasado más de tres buses que me servían pero, no importa aún sobra  tiempo, al fin pasa el que no lleva más de cinco pasajeros, a este le hago la parada y subo; quiero observar con detenimiento todos los detalles de ese pequeño recorrido de diez minutos.

Estando en el bus  empiezo a pensar que por qué no hice con más tiempo lo que debía hacer para que me quedara como yo quería, veo gente en los otros puestos del bus, a quienes logro escuchar de lo que están hablando y -pienso - ¿ no les dará vergüenza?, al lado derecho un joven con aspecto de zombie, observa su celular y sonríe, el bus no va lleno como los anteriores que dejé pasar por capricho, no logro ver a los demás pasajeros que van en el bus, de todos modos no quiero verlos, si lo quisiera voltearía la cabeza para saber quiénes son pero no me interesa hacerlo.

Se puede ver y pensar demasiado en tanto poco tiempo, el bus pasa por diferentes sitios, veo gente en las calles que quisiera volver a ver después, otra que no hubiera deseado ver. El bus pasa por el hospital, por una universidad, lugares distintos para intereses diferentes, pero hay algo común en estos, las personas sienten preocupación en cada uno de estos, veo sitios de comida, algunos me producen náuseas soportables. En las afueras del batallón veo a los militares barriendo las calles y pienso qué triste la vida de esa gente engañada, entonces dos pensamientos convergen, el de ellos que están convencidos de lo que hacen, porque quizá no tiene otra opción de trabajo o están allí porque los cogieron en una batida, y está mí pensamiento que procura desmontar el de ellos; pienso que ya falta poco tiempo para llegar a la UIS, el bus se acerca al estadio y logro ver la gente  que madruga a hacer deporte, mujeres y hombres, quizá todos con un objetivo en común verse bien y mejorar su salud.

Mí recorrido ha terminado, y me levanto para timbrar, el bus para y me bajo, aquí comienza una carrera de obstáculos, cuando empiezo a esquivar estudiantes que no caminan rápido y detienen el paso de los que van tarde por dejar pasar rutas de buses. Finalmente, llego a la UIS y entro con el protocolo de identificación requerido, como miembro de la institución.